¿Qué es mejor? ¿Una innovación disruptiva, que genera un crecimiento exponencial estilo “startup unicornio”? o ¿Una innovación en procesos que genera un crecimiento lineal, más lento pero estable?.
Como ocurre con la mayoría de las polarizaciones en la vida: ninguna.
La clave pasa por saber combinar, nutrir e implementar los diferentes tipos de innovación en el momento oportuno.
En este artículo te detallo todo lo que tienes que tener en cuenta para conseguirlo, ¡vamos allá!🏄 .
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Cuándo pongo en riesgo a mi negocio innovando.
El término innovación es un “trending topic” de la era de la transformación digital, todos en mayor o menor medida, aspiramos a encontrar esa vuelta de tuerca que impulse de forma exponencial los proyectos en los que participamos.
El santo grial en la búsqueda de innovación es la de tipo disruptiva, aunque poco se dice de que no es para cualquiera, ni basta por sí sola:
por cada startup que consigue una cuota de mercado aceptable, 9 se quedan por el camino antes de los 3 años de su creación.
😱
La innovación en procesos no corre mejor suerte: la aceleración digital está dejando fuera de juego a negocios de toda la vida, que a pesar de su contrastado “saber hacer”, no son capaces de evolucionar e innovar a la velocidad necesaria para sobrevivir.
Por ello, cada vez más se entiende por negocios saludables, aquellos capaces de navegar las contingencias de la revolución digital, accionando las palancas de cada tipo de innovación en el momento oportuno.
Si te estás preguntando cuáles son, cómo fomentarlas en tus equipos, o simplemente aplicarlas en tu trabajo, sigue leyendo.
Sin cultura de innovación, no hay crecimiento
El 90% de las organizaciones están preparadas y entrenadas para un crecimiento lineal, no exponencial, y por ello colapsan cuando tienen que reaccionar frente a un nuevo competidor disruptivo.
Si los resultados que entregaba hace 10 años ya no son suficientes para mi cliente y sus nuevos hábitos, ¿Debería aferrarme a los procesos que creé hace una década para obtenerlos?
Está claro que no, por ello, uno de los principales retos de las empresas con cierto recorrido es evolucionar la cultura interna y los procesos que vienen repitiendo desde hace años.
En este sentido, los equipos funcionan igual que las organizaciones: si los departamentos no están estructurados bajo una perspectiva que habilite el crecimiento por innovación, surgen los roces, se trabaja de forma disfuncional, y el conflicto está asegurado.
Indicadores de que necesitas trabajar tu cultura de innovación
Los bloqueos de la innovación a causa de la cultura empresarial, son más frecuentes en empresas de tipo silos, cuando se reconoce la necesidad de evolucionar, pero las propuestas de cambio se perciben como una amenaza para el statu quo.
Generalmente, las personas que se sienten seguras en una filosofía de “así ha sido siempre” suelen tener mayor peso en la toma de decisiones, corriendo el riesgo de bloquear de forma sistemática los posibles brotes verdes de innovación por el temor a la pérdida de control.
Sin bien es cierto que los cambios mueven estructuras y las zonas de confort se desdibujan, bajo un buen gobierno de innovación esta amenaza desaparece: para ser sostenible, la innovación disruptiva necesita convertirse tarde o temprano en procesos, y esto requiere de todos los integrantes.
Por ello, es fundamental contar con líderes de equipo capaces de reconocer las competencias de los distintos tipos de perfiles y de facilitar su encaje en los tres tipos de innovación que te contamos a continuación.
Los tipos de innovación que debería integrar tu cultura empresarial
Según dónde esté puesto el foco de la propuesta de valor, la innovación tenderá a ser de tres tipos:
1.Innovación BAU (business as usual)
FOCO: en los procesos
Crecimiento: lineal, lento pero estable
La gran mayoría de las empresas y sus gestores están todavía en esta etapa.
Se basa en una mentalidad post revolución industrial, donde lo más importante es aumentar la productividad para acelerar la entrega sin perder calidad.
Métodos como Kaizen, Pomodoro o Kanban, son propios de este tipo de mentalidad, que es indispensable para crear proyectos sostenibles en el tiempo y encaminarlos hacia la excelencia, pero insuficientes para hacer frente al ritmo de innovación que impone el contexto.
2. Innovación reactiva
FOCO: en las tendencias
Crecimiento: intermitente
Este tipo de innovación, es la que va detrás de las llamadas de atención del mercado.
En el momento en que se percibe una caída en el interés por el producto o servicio, a toda prisa se pone a los equipos a trabajar en una mejora, se observa dónde ha ido a parar esa cuota de interés perdido, se saca una innovación incremental de la chistera, y si todo sale según lo previsto, se consigue un poco de oxígeno hasta la próxima llamada de atención.
Una empresa con equipos ágiles, entrenados en traducir tendencias macroeconómicas, culturales y del propio sector en innovación, que además tenga procesos depurados, será capaz de adelantarse a la competencia.
Si bien esta agilidad operativa, es una gran ventaja competitiva, no deja de ser una estrategia de tipo “océano rojo”, donde la tensión con los competidores es constante y casi siempre termina en una competición por precios.
Como en toda estrategia de océano rojo, el pez grande tiene las de ganar: aunque consiga anticiparme al mercado e innovar antes, el player con más recursos podrá replicar o mejorar mi innovación en poco tiempo.
Aquí es donde tener una cultura de empresa lo suficientemente hábil en el tercer tipo de innovación se hace indispensable.
3. Innovación disruptiva
FOCO: en el usuario.
Crecimiento: exponencial
Este tipo de innovación, crea un salto exponencial en la propuesta de valor que conduce a un crecimiento acelerado del negocio.
Generalmente surge de implementar estrategias de tipo “océano azul”, centradas en crear y capturar espacios de mercado no explotados, donde la competencia es inexistente y por lo tanto tenemos la exclusividad a la hora de cubrir la demanda.
Netflix es un claro ejemplo de innovación exponencial. En un momento donde el líder de la categoría, Blockbuster, basaba su propuesta de valor en tiendas físicas, alquileres y devoluciones, Netflix cambió las reglas de juego, enfocando su innovación en el usuario y en la mejora de su experiencia de uso.
Crearon una nuevo mercado no explotado: el consumo a demanda de contenidos audiovisual sin moverte de casa. El usuario se liberaba así de la incomodidad de los traslados y las penalizaciones, a la vez que se reducían los costes de logística y tiendas físicas.
La innovación disruptiva, garantiza un cierto período de exclusividad, la competencia sencillamente no existe en término de modelos de negocio.
Y aunque es inevitable el surgimiento de propuestas similares, será la agilidad de nuestros equipos a la hora de implementar innovación incremental lo que garantice que la propuesta no pierda relevancia.
Conclusiones
Cómo hemos visto, todos los tipos de innovación y los perfiles compatibles con uno u otro, son necesarios dependiendo del momento en que se encuentre el negocio o proyecto.
Ahora bien, si la innovación BAU basada en procesos, es nuestra forma natural de operar, con la que estamos más cómodos y habituados, ¿el reto no debería pasar por entrenar a nuestros equipos en innovación disruptiva? Muchas oportunidades están allí, esperando a ser detectadas y explotadas.
Para concluir, vale la pena detenernos en las 2 claves que nos permitirán ponernos en marcha hacia la transición de innovación en procesos a innovación disruptiva.
En primer lugar, la necesidad de revisar la cultura de empresa antes de aplicar técnicas de exponencialidad, porque muy posiblemente la empresa no esté preparada todavía y podría colapsar.
En segundo lugar, la necesidad de poner en el centro de la innovación disruptiva al cliente. Solo así podremos ofrecer una propuesta de valor suficientemente relevante, seremos capaces de romper las reglas de juego vigentes y ser protagonistas de la redefinición del mercado.